No es noticia que cada día la tecnología está más presente
en nuestras vidas, llegando a extremos insospechables. Es cierto que estas
tecnologías no son más que herramientas para ayudarnos en nuestras tareas que
llevamos a cabo en nuestro día a día, sin embargo, conocemos también que se
está abriendo un mundo a nuevas adicciones a dispositivos electrónicos como el
portátil, smartphones, relojes inteligentes, tablets, etc.
Debido a la mercantilización masiva de estos dispositivos y
de la economía que promueven, las cabezas ingenieras detrás de esta alta
tecnología está adquiriendo un poder económico desmesurado. Personas como Bill
Gates, Mark Zuckerberg, Elon Musk, Tim Cook, etc. Cuentan con una creciente y
gigantesca fortuna. Sin embargo, estas personas altamente influyentes en el
sector tecnológico eligen para criar a sus hijes una pedagogía definida por la
carencia de formación y de uso precisamente en el sector tecnológico.
Elles, explicaban esta decisión a través de varios
argumentos:
Defienden que el uso de las tecnologías es
meramente una herramienta, y que dificulta el aprendizaje la mayoría de las
veces. Por ello se inclinan a escoger una pedagogía que impulse el aprendizaje y
la creatividad. Así, si en el aprendizaje se incluyen conocimientos sobre estas
herramientas, se formará a las personas solamente en cómo utilizarlas, sin
ofrecer ningún espacio donde se desarrolle la creatividad debido a la propia
naturaleza de estas herramientas. Sin embargo, en el caso contrario, dejando a
un lado este aprendizaje tecnológico, no hay paredes que limiten su
conocimiento y creatividad, no hay unos márgenes donde atenerse a la hora de
creación de nuevo contenido.
El segundo argumento que estipulan estas grandes
personalidades es el hecho de la poca durabilidad de los conocimientos sobre
estas herramientas que puedan ofrecer los centros educativos. Es decir, si se
forma a les estudiantes en el uso de alguna herramienta básica de carácter
tecnológico, es más que probable que cuando salga al mundo laboral (pasados ya
unos años), este conocimiento quede obsoleto por la rápida evolución que
caracteriza a la tecnología de estos tiempos. Por ello, no tiene sentido
enseñar a estudiantes de educación formal obligatoria (infantil, primaria, eso)
a usar estas herramientas, puesto que en un futuro este conocimiento no le va a
servir absolutamente para nada, y habrán perdido el tiempo aprendiendo a usar ese
recurso.
Por último, también hay que señalar el hecho de que cada vez más vemos casos de adicción a dispositivos tecnológicos, como hemos dicho anteriormente ( Sánchez-Carbonell, et al. 2008). Sin embargo, el peligro no acaba ahí, puesto que internet está lleno de otro tipo de peligros, como bien puede ser todo tipo de virus, cyber bulliyng, control de la información, etcétera, la lista no hace más que seguir. Por ello, dudo mucho que una persona que trabaja en este sector, que conoce está información y reconoce la peligrosidad de estas tecnologías, no ponga límites en su uso a sus propios hijos.
Por todo lo explicado, es obvio que las personas con más
poder en el mundo tecnológico opten por una pedagogía caracterizada por la
falta de uso tecnológico. Sin embargo, ante toda esta información nos surge una
nueva duda:
¿Por qué si los sectores más altos e informados de tecnología
de nuestra sociedad optan por esta pedagogía, se impone en colegios e
institutos por todo el mundo? ¿Acaso no vemos los peligros que ello conlleva? ¿Qué
respuesta y qué conocimiento queremos darle a la población más joven, aquella
que compondrá nuestro futuro? ¿Cuál es nuestro objetivo realmente?
Todas estas cuestiones son de vital importancia si queremos
ofrecer la mejor educación posible a nuestres hijes. Aunque pueda resultar
difícil cambiar o modificar el sistema educativo español, como hemos visto, es
un cambio que merece la pena, y es un cambio que debemos perseguir y alcanzar
para poder ofrecer una educación que se ajuste a la demanda de un futuro laboral,
que advierta sobre los peligros que alberga internet, y que no sesgue la
creatividad de aquellas personas que construirán nuestro futuro.
Referencia bibliográfica:
Sánchez-Carbonell, X., Beranuy, M., Castellana, M., Chamarro, A. & Oberst, U. (2008). La adicción a Internet y al móvil: ¿moda o trastorno? Adicciones, 20 (2), 149-159. https://www.redalyc.org/pdf/2891/289122057007.pdf
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